Lisboa es el lugar de la luz. El lugar en el que el río Tajo y el Océano Atlántico se suman para generar un espacio de juegos entre luces y sombras que se retuercen en la retina de uno, generando torbellinos que atraen y envuelven la mirada de cualquier espectador de ojos abiertos que cruce por allí.
Hay dos espacios mágicos en esta ciudad para la mirada, dos espacios en que la luz y las formas que esta dibuja son las protagonistas; y ambos están relacionados con la Revolução dos Cravos. El primero, el Ponte 25 de Abril -antiguo Ponte Salazar-, que al cruzarlo se aparece en un instante la inmensidad del estuario del Tajo; y el segundo, la entrada al Terreiro do Paço, desde donde a pié puedes recorrer las orillas del espacio donde antes estuvo situado el Palacio Real de Lisboa durante más de 200 años, y lugar que el 25 de abril fue ocupado por Salgueiro Maia y sus tropas. Desde un espacio se ve el otro, y desde el otro, el uno.
Lisboa tiene ese sentimiento especial que hace que, a pesar de estar en una gran ciudad, el caos que la rodea haga que se te olvide. Como bien decía Amalia Rodrigues en su canción «Cheira bem, cheira a Lisboa». Tal vez no se refería a su olor directamente, sino a las sensaciones que se te cuelan por todos los sentidos al pasearla.
Cerca de Lisboa, unos kilómetros hacia el interior del pais, se encuentra Sintra, entre montañas de bosques verdes donde las nubes rozan el suelo y crean remolinos y efectos que hacen que cualquier amante de la niebla y la bruma se sumerja entre ellas. Famosa por sus palacios tiene un tesoro entre todos los espacios que la rodean: la Quinta da Regaleira, una quinta (finca con casa) llena de pequeños recovecos y tesoros arquitectónicos escondidos entre sus jardines. Entre ellos el Pozo Iniciático, un pozo asociado a la masonería.
El Pozo Iniciático se podría considerar una especie de torre invertida metida bajo tierra, 27 metros de profundidad con una escalera en espiral que te hace descender a las entrañas de la tierra o ascender hacia el cielo. Toda una serie de numerología está asociada en torno a este elemento arquitectónico, por un lado el pozo-torre tiene nueve pisos, asociados a los 9 círculos del infierno/purgatorio/cielo de Dante Alighieri que todo amante de La Divina Comedia recordará. Además de esto, entre descansillo y descansillo de los pisos hay 15 escalones, y las ventanas de este pozo están distribuidas siguiendo una serie numérica. Todo un regalo para mentes que dejen volar la imaginación de todo lo que pudo ocurrir ahí.
38°43′00″N 9°10′00″W